Mi primer tatuaje
Lo
pensé hace ya un buen tiempo, Casi tres meses de espera tenía mi tatuaje.
Busqué diseños en la web, ninguno refería a lo que quería expresar, que no era
mucho. Hasta que lo vi, sencillo, simple y pequeño; representando a la
perfección lo que quería transmitir. No al mundo, sino que a mí misma.
El
diseño en sí es simple… una pluma con aves volando hacia mi cabeza, más la
pequeña y humilde frase “Free yourself”.
¿Simplón, no? Mis amigos me han preguntado qué significado tiene el tatuaje para mí, a lo que respondo que sólo
es algo lindo que encontré por allí y me gustó. Luego me reclaman diciendo que
un tatuaje no es algo sencillo por hacer, que no es llegar y decir quiero uno y
listo; todo tiene un significado.
Y
vaya que lo tiene.
Lamentable
es que no les pueda decir lo que significa aquel tatuaje. Lo encontré lindo;
sí. Es sencillo; sí. Y tiene un valioso significado.
Liberarse.
Y
baya que me he liberado durante estos cuatro meses que han pasado desde que me
destrozaron. :3
Me
siento más viva, más animada, más tranquila. Tranquilidad espiritual, mental y
física. Necesitaba sentirme así, desde hace varios años. Y ahora logro encontrarme
conmigo misma y sentirme satisfecha de todo lo que pienso, decido y hago.
En
fin. Ayer por la tarde (miércoles 13 de noviembre) me junté con mi hermana y un
amigo para cotizar los mejores locales del centro de Santiago. Recorrimos
varias tiendas y todas eran caras. Cumplían con las normas de higiene (cosa que
para mí era importantísima) y se notaba que eran muy preocupados, pero… sus
precios. ¡Sus benditos precios me hicieron correr de una! Luego simón, mi
amigo, me habló sobre el joven que estampó un hermoso Okami en su espalda. Lo pensé, y tras varias horas acepté ir a la
comuna de San Bernardo para cotizar los precios y verificar el lugar.
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Simón y su tattoo |
Cuando
llegamos el joven estaba cerrando (No sé si me sentí aliviada, en ese momento,
o decepcionada por saber que mi tatuaje se atrasaría aún más), por lo que mi
amigo reservó una hora para el próximo día.
Todo
estaba listo.
La
hora reservada.
Y
un temor que me hacía doler el estómago.
Dormí
tranquila esa noche y a la mañana siguiente me levanté temprano, ordené la casa
y me duché. Esperé a que el Simón llegara a la casa y nos marchamos para el
local. Cuando llegué siquiera pude hablar, sólo atiné a decirle cuál era el
tatuaje que quería y mandar a mi amigo a comprarme una bebida cola. Necesitaba
azúcar. Necesitaba huir de ese lugar, pero, no me atreví. Quería mi tatuaje,
necesitaba sentirlo mío y verlo allí, tatuado en mi omoplato izquierdo acompañándome
a lo largo de mi vida recordándome el por qué estaba allí. Eso, más que cualquier
palabra de aliento que recibí por parte de mi amigo, me ayudó a caminar en
dirección a la bendita silla negra que me esperaba.
Me
bajé la polera y la tira del bra. Él marcó el dibujo en mi espalda y preguntó
si así me gustaba. Sin mirar le dije que sí. Suspiré muchas veces y me senté
con el mentón apoyado en mi pecho. Oí el vibrar de la maquina y un intenso escalofrío
recorrió mi espalda. Observé mis brazos y los vellitos que hay en él se
levantaron inmediatamente. La piel se me puso de gallina y creí, por un momento,
que lloraría. El tipo se apoyó en mi espalda y sin avisar clavó la ajuga en la
silueta de mi futuro tatuaje. Cerré los ojos con fuerza creyendo que pegaría un
grito lleno de dolor, cosa que no fue así. Abrí los ojos y observé a mí
alrededor. Sentí pequeño piquetes, sí, pero nada que no fuese capaz de
soportar. Luego pensé en mis amigos, los que ya están tatuados, y todo el miedo
que me metieron diciendo que en la espalda es una de las tantas zonas sensibles
del cuerpo y por lo tanto una de las más dolorosas. Creí que moriría, pero,
después de sentir los primeros piquetes todo cambió. Respiré de forma normal
observando mis manos y cada cosa a mí alrededor; luego recordé unos personajes
de mi rollplay y sonreí. Jamás creí que mientras tatuara mi cuerpo pensaría en
esos personajes tan valiosos que tengo.
Observé
a mi amigo, quien se acercó para observar el proceso del tatuaje, tenía una
cara… que de verdad hubiese creído que me estaban mutilando. Sonreí. Volví a
perderme entre mis pensamiento; observando mis manos, mis brazos, mis piernas.
Luego noté que mi piel se estaba erizando aún más. Aprecié también que el dolor
incrementaba, sobre todo cuando llegó a la zona del cuello. Aguanté la
respiración por unos segundos y recordé las palabras de un viejo.
—Jamás
dejes de respirar, porque así piensas menos; tu cerebro necesita de oxigeno. No
dejes de respirar.
O
algo así era.
Claro
que las palabras no fueron dedicadas explícitamente para mí, sino que vinieron
de la televisión (xD), pero, las aprecié como si el viejo ese me estuviese
hablando.
Continué
respirando de forma calmada; inspirando y expirando como si nada estuviese
pasando. Lo único que me dolía en verdad era la posición que tenía para que el
joven pudiera tatuarme. Vaya que me incomodó. La espalda algo doblada y el mentón
apegado al cuello. ¡Imagínense estar en esa posición por una hora más o menos! Que
fue lo que tardó el joven en tatuar mi cuerpo.
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Mi tattoo :) |
Cuando
terminó, le tomó una fotografía y me la mostró. Quedé muy conforme con su
trabajo. Muy feliz de saber que al fin tenía conmigo a mi querido bebé; el
reflejo de mis sentimientos. ;) O al menos, así lo sentía. Y con esas ansias lo
requería.
Cancelé
conforme el total de mi cuenta (¿?? xD) y me marché a casa con una gran
sonrisa. Es pequeño, lindo y muy significativo. Mi madre aún está en shock,
jamás creyó que me atrevería a tatuar mi cuerpo. :)
En
fin, eso es todo por hoy. No había escrito nada para noviembre y qué mejor
manera de hacerlo que comentando sobre la extraña experiencia que sentía al
hacerme mi tattoo. Espero les haya gustado.
La
entrada fue escrita a última hora del día jueves catorce de noviembre. No
revisé nada ni mucho menos me di el tiempo de corregir mis faltas. Mis sinceras
disculpas y con ello me despido. Un fuerte abrazo y miles de besos.
Gracias
por leer y comentar. :)