lunes, 3 de diciembre de 2012

Noche de Halloween Capítulo 2


II
Cuando el radio llegó, subimos a él sin mencionar palabra alguna, simplemente bebíamos de la lata de cerveza que cada uno llevaba en la mano, las demás estaban guardadas en mi mochila. Fue un viaje silencioso hasta que ella rompió el hielo con una pequeña pregunta.
— ¿Qué tal va la carrera? —bebió nuevamente de su lata sin quitar la vista de enfrente—. No hemos hablado hace semanas. ¿Aún en periodo de exámenes? —eructó quedamente sin importarle si al conductor le incomodaría o no su acto.
—No, ya no —sonreí ante su desagradable comportamiento—. Ayer o antes de ayer, no me acuerdo, presenté uno de mis últimos exámenes —bebí de la lata para luego observar el orificio que tenía. Ya no le quedaba más alcohol, por lo que decidí lanzarla por la ventana. Hecho que fue reprimido por la fría mirada del conductor a través del espejo retrovisor. Yo simplemente levanté los hombros en un gesto despreocupado, saqué otra lata de cerveza de mi mochila para continuar bebiendo.
— ¿Por qué decidiste periodismo? —preguntó cogiendo mi mano con extraña suavidad.
—Porque me gusta —observé su pequeña y blanca mano para luego mirarla lentamente por sobre su brazo y así llegar hasta sus ojos—. Y tú. ¿Por qué has elegido medicina natural? —mi labio inferior había temblado. Sentí como un pequeño cosquilleo subía desde mis piernas hasta llegar a mi nuca. Fue extraño. Exquisitamente extraño.
—Porque así aprendería sobre drogas nuevas y sabría cuales consumir y tener una mejor absorción de ellas—respondió con una enorme sonrisa en su fino rostro, luego levantó mi mano, que era sostenida por la de ella, para ganarla en su pecho—. ¿Te gusta? —preguntó lujuriosa mientras hacía presión contra su seno. Pude sentir claramente que sus pezones estaban erectados.
—No, me da asco —respondí inseguro mientras quitaba lentamente mi mano de su suave pecho. Quizás el cuerpo de una mujer sí me resultaba excitante. O sencillamente era Mónica la única mujer que me hacía estremecer por su forma tan poco femenina de ser.
No le importaba nada. Si yo le tocaba el seno, si la veía desnuda, si me acostaba a su lado o si la veía coger con otro hombre, nada le importaba y eso me gustaba. Pero sólo éramos amigos. O al menos, eso suponía yo que éramos.
Al llegar a la fiesta el embriagador aroma del alcohol inundó por completo mis fosas nasales. Era excitante saber o al menos imaginar cuánto alcohol podría haber dentro y de cuánta variedad. Cancelé la carrera del radio y cogí la mano de Mónica para entrar junto a ella al lugar. La música se oía a kilómetros y las fuertes risas de los invitados también. Pero aun así, las voces de nuestros amigos eran inconfundibles.
— ¡Mónica, que hermosa que estás! —elogió Pablo, un compañero de clases, que no temía ocultar su homosexualidad. Mónica sonrió y se abalanzó hacía él para besarle en la mejilla—. ¡Woh! ¡Y tú, que genial te ves así!  —agregó encantado apreciando mi disfraz desde los pies hasta la cabeza.
—Pues claro, lo he maquillado yo —agregó orgullosa inflando quedamente su pecho—, ahora chicos los dejaré por un momento —miró alegre en dirección a la pista de baile—, iré donde mis compañeras para ponerme al tanto de lo ocurrido, permiso, primores —sonrió maliciosa y corrió en dirección a la pista, en donde sus amigas bailaban desvergonzadamente junto, a lo que en ese momento, eran sus parejas.
—Ya se ha ido, esa chica es como una verdadera mariposa.
—Así parece —respondí sin dejar de mirarla. Sus piernas me parecieron bastante llamativas, realmente el blanco le sentía muy bien, pensé.
— ¿Qué sucede, Emma? —preguntó mi compañero mirando en la misma dirección que yo—. No me digas que te estás cambiando de bando ¿te estaré perdiendo? —agregó dramatizando con gestos sin sentidos—. Dime que no, guapo, que si es así serías un desperdicio de hombre —sonrió ladino.
—No digas imbecilidades —reí a carcajadas—. Eso no pasará jamás —crucé mis brazos por sobre mi pecho y continué admirándola muy atentamente—. Es sólo que la Mónica es bien jodida, y me cae bien. Sólo eso —volteé la mirada y la fijé en los negruzcos ojos de Pablo.
—A mí no me engañas, cariño. Tú tienes un severo problema de identidad —me abrazó por detrás y luego, con ambas manos, sujetó mi cabeza obligándome a volver la vista en dirección al lugar donde se encontraban Mónica y sus demás compañeras—. A ti te gusta esa chica, no puedes negarlo.
—No, imbécil —solté algo enfadado zafándome de su pesado agarre—. La Mónica no es más que… —cerré los ojos y pensé con claridad para encontrar qué era lo que realmente Mónica significaba para mí, pero al abrirlos ella ya estaba colgada del cuello de otro hombre, devorando con fervor sus labios, sin siquiera sentir una pisca de pudor—. Ella no es más que una hermana —solté al fin.
—En serio te gusta —afirmó con severo nerviosismo—. ¡Emmanuel Fuentes!
Para evitar que él continuara diciendo pesadeces, besé sus gruesos labios. Degusté el amargo sabor de la cerveza barata que él solía consumir y el terrible aroma del cigarrillo especial que emanaba de sus labios y prendas. Fue un beso un tanto asqueroso o mejor dicho de muy mal gusto. Pero sólo eso me quedaba para obligar a Pablo cerrar el pico. Realmente era desesperante oírle hablar cuando una necia idea se le cruzaba por la cabeza.
—Iré por un trago, ¿vale? —sonreí tranquilo, y sin esperar a que me respondiera me marché en dirección a la mesa de cocteles. 
Me serví, primero, un trago suave. Algo dulce para quitar el mal sabor de boca. No era por ser mal amigo, pero, en verdad que cada vez que Pablo bebía alcohol  su boca se tornaba un tanto amargo y no era algo bueno para mi degustación. De los chicos en el lugar, creo que, Pablo sería mi última opción.
Me apoyé en la pared, sin apartarme de la mesa, y continué bebiendo de mi trago, borgoña era lo que esa noche comencé a beber para calentar aún más el cuerpo. Después de una buena cerveza, venía un buen vino.
Miré a cada invitado y todos lucían increíbles. Disfraces muy ingeniosos y de buena calidad. No me sentí inferior a ellos, después de todo, nadie notaría los detalles después de las doce de la noche, o más bien dicho, después de las diez. Con todo el alcohol que esos chicos llevaban en la sangre, dudaba, seriamente, si alguien recordaba su propio nombre.
La música continuó sonando con el mismo volumen, la gente seguía bailando con el mismo entusiasmo y a lo lejos pude divisar un traje blanco. Era Mónica. Estaba besándose con otro chico. La miré por mucho tiempo, más del que siempre le he dedicado a cualquier persona. Me sentía extraño, las palabras de Pablo realmente me confundieron esa noche. Yo quería a la Mona, pero no como él creía. Yo la amaba como  una hermana. Nada más. O al menos eso me decía a mí mismo.
Continué mirándola unos minutos más hasta que Mónica y, posiblemente, Gustavo desaparecieron de mi vista. Ambos habían subido al segundo piso de la casa en la que estábamos. La persona con la que hablaron, segundos atrás, debe ser el dueño de casa y el que les autorizó a subir. Imaginaba a qué.
No me molestó, tampoco me desagradó después de todo sabía a lo que venía. Ella ya me había contado sus planes y a mí, en su momento, no me incomodó. Sabía muy bien a lo que siempre iba cada vez que se trataba de una fiesta. Sabía como era Mónica y no había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Nada.
 Continué mirando para todos lados y noté, retrasadamente, que las luces en la pista de baile se habían extinguido casi por completo. Lo poco y nada que iluminaba el lugar eran las pequeñas lámparas de calavera que colgaban por el techo. Escalofriante, pero tenuemente excitante. No se podía ver la cara de nadie, no por los disfraces o las mascaras, sino porque la falta de luz provocaba aquel tentador efecto. Era como…
—…una cita a ciegas —finalicé en un susurro antes de continuar bebiendo.
—Eso pareciera, ¿no? —oí a un chico confirma muy cerca de mí, casi en mi oído. De hecho, pude sentir el suave aroma de su dentífrico. Menta. Aterrador. Había alguien a mi lado y siquiera me había dado cuenta.
—Sí, eso creo —intenté mirar al joven que me había hablado sin voltear la cabeza. Me resultó imposible. No logré verlo sino hasta que él se ganó frente de mí.
— ¿Bailas? —preguntó mientras cogía mi temblorosa mano.
—No lo creo.
— ¿Por qué? —preguntó una vez más enredando sus dedos con los míos.  Por el tamaño de sus manos supe de inmediato que era más bajo que yo.
—Porque no he venido aquí precisamente a bailar —respondí sin pensar. Aunque, esa respuesta no era mía, sino que de Mónica. Yo sí había ido a bailar.  también había ido a emborracharme y quizás, sólo quizás, a quedar inconsciente en algún lugar cerca de mí casa—. ¿Algo de beber? —agregué un tanto avergonzado al notar que el muchacho que estaba parado frente a mí quedó algo atónito por mi desubicado comentario. Creo que yo quedaría igual. En realidad no.
— ¿Vamos por una cerveza?
—Yo traje —le enseñé mi mochila—. ¿Dónde vamos?
—Vamos afuera, me gustaría conversar un rato, y aquí hay mucho ruido—agregó sonriente y encaminó para la parte de atrás de la casa. Iríamos a beber afuera, en el patio trasero y a platicar un poco, claro.
Acomodé mi mochila sobre mi hombro y caminé tras él. Observé sin censura el hermoso trasero que tenía aquel chico sin nombre; redondo y firme. Tal y como me gustan, pensé pícaro. Sus piernas eran largas y esbeltas, quizás estaba en algún club deportivo. Su espalda, en cambio, era pequeña. Pareciera la de una chica y aun así me gustó. Tenía pene, pensé yo, y con eso me conformaría durante algunas horas de esa peculiar noche. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mi Gato Pipe

Su mirada, realmente sensual. Jejej
Pipe Shenshual.

Su nombre es Felipe Andrés. Pero, según yo, las gatitas del barrio lo llamaban Pipe Shenshual. Y así era como yo le llamaba, o a veces era nombrado Pipiño. Era un gatito muy hermoso, o al menos así lo veía yo. Siempre pidiendo cariño, que lo mimen o que simpleente lo dejen dormir en las piernas de alguien.
A veces, mientras yo estaba en la pc, él se sentaba en mis piernas para mirar la pantalla, yo observaba su carita y podía notar que fruncía un poco el seño y era ahí cuando pensaba “quizás está leyendo lo que escribo” y me reía sola. Realmente era un gato único. Como la mayoría de los gatos.
Recuerdo que, siempre que le decía “Pipe shenshual” él ponía una cara muy extraña, como queriendo decir “Yo soy ese sensual” y me reía a más no poder. Siempre entendió todo lo que yo le decía. Dormía conmigo y gustaba de acariciar mi cara mientras yo le acariciaba el lomo. De vez en cuando él, con sus patitas, me agarraba la nariz para acercarme a él y así besarme la mejilla o mejor dicho lamerla. Lo amo, lo amé, y lo amaré siempre.

Ayer, miércoles 21 de noviembre no lo volví a ver más.
Salí a las diez de la mañana, para hacer unos tramites en mi universidad, y al volver, a eso de las tres de la tarde, comencé a llamarlo para darle de comer. Llegó Milhouse, Pollo, Pandora y Johnny mis cuatro gatitos, pero él, mi hijo, no estaba. Lo llamé y llamé, lo busqué por más de una hora y cuando por fin entendí que no volvería a verlo lloré. Fueron cuarenta minutos de lágrimas, sino es que más. Lloré como nunca, imaginé mil cosas, cosas terribles. No podía creer que ya no volvería a ver su carita a oír sus “qué” pronunciados perfectamente, en vez de maullar, era el mejor, de verdad. Y lo que más tristeza me da, es que el sábado 24 de éste mes cumpliría un año de vida. Un añito, mi bebé.
Un año que no alcanzó a cumplir junto a su madre. Me siento tan triste por su partida. Sólo espero, en verdad, de que esté bien, que alguien lo haya visto y se lo haya llevado para cuidarlo. O que simplemente haya salido tras una gatita para luego de dos días volver junto a su mami. Lo extraño muchísimo. Mi niño.
Él, siendo tan pequeño, tan indefenso y perdido en la calle, me da terror.
¡Te quiero, Pipe! Te quiero de vuelta, quiero acariciarte, quiero que estés aquí, conmigo… a salvo en tu casa, un hogar en donde siempre tendrás lo que quieres, porque te conozco, bebé, sé cómo eres, sé lo que quieres y sé que en estos momentos tienes miedo y extrañas tu hogar.
Te amo, Pipiño.

Quizás suena extraño, o muy exagerado, pero mi amor por los animales es muy grande. Realmente los amo a todos y cada uno de ellos. u.u son únicos. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Noche de Halloween Capítulo 1


I
Sería una velada divertida. Esa noche mis compañeros de instituto habían preparado una fiesta de disfraces para celebrar la noche de Halloween. Era mi primera fiesta de ese tipo, puesto que mi madre no gustaba de aquellas celebraciones, siempre salía con la misma historia, “que todo eso no era más que obra del diablo”. Al principio siempre creí lo que ella me decía, al pasar los años, no. Y como mi madre se encontraba a muchos kilómetros lejos de mí, decidí aventurarme a esa nueva experiencia. Lo sé, no era la gran cosa, simplemente era una fiesta, pero, ¡era mí primera fiesta de Halloween! Y pretendía divertirme lo que más pudiera.
— ¿No crees que esa falda está muy corta? —pregunté observando como mi amiga se cambiaba una y otra vez de vestimenta, lanzando las prendas a cualquier parte sin mayor preocupación.
— ¿Tú crees? Yo encuentro que está perfecta —observó la corta prenda que con suerte cubría sus nalgas y giró como bailarina para observar qué tan hermosa se veía—. Vamos, Emanuel, a poco no me queda perfecta.
—Sí, te ves preciosa, pero… ¿de qué vas disfrazada? —pregunté curioso. Me acomodé en la cama y estiré mis manos para alcanzar algunas de las prendas que Mónica había lanzado, comenzaría a ordenarlas una por una mientras ella seguía modelando  los cientos de disfraces que tenía guardado.
—Verás, es algo sencillo y muy coqueto, mira —se quitó la sotana que llevaba puesta y mostró su agraciada delantera. Llevaba un corpiño color negro muy ajustado a su delgado cuerpo, formando una espectacular y perfecta cintura de unos cincuenta centímetros, realmente sorprendente. Usaba lencería roja con encajes, dejando muy poco a la imaginación, puesto que su busto estaba prácticamente expuesto—. Seré una, ¿cómo le llaman? ¿Gothic qué?
Me levanté de la cama dejando en el olvido las prendas que doblaba para acercarme a ella y cruzar mis brazos por sobre su cuello. Froté mi mejilla con la de ella y ambos nos miramos en el espejo, allí nuestras miradas se encontraron y ambos las sostuvimos por varios segundos antes de comenzar a hablar.
— Será acaso una ¿Gothic lolita…? —suspiré—. No lo creo, Mónica, ellas son más tiernas, no tan —la admiré por unos segundos y agregué un tanto coqueto—… candentes como tú, guapa, que vestida así, te juro por Dios, que me hago hetero sólo por ti —finalizando lo dicho le guiñé un ojo, besé su mejilla y me alejé de ella para tomar asiento en la pequeña cama de plaza y media y continuar con mi labor de “doblar la ropa”.
—Que eres idiota, Emanuel —bufó. Admiró su cuerpo por milésima vez en el espejo y cambió de vestimenta unas tres veces más antes de escoger la apropiada para ir a la fiesta—. ¿Cómo me veo con ésta? —Ya estaba fastidiada, preguntó con desgano y me observó un tanto malhumorada—. Dime la verdad, Emanuel, porque si me estás mintiendo, te juro que yo misma meteré esto en tu culo —cogió su arnés que estaba dentro del ropero y lo balanceó de un lado a otro.
—Uhm, con lo que me acabas de decir, no sé si decirte la verdad o mentirte deliberadamente.
— ¡Enfermo! —reclamó desesperada—. ¡Vamos, respóndeme, se me ve bien ésta mugre o no!
—Mónica, Mónica, Mónica —repetí con cansancio—. Tú sabes que con ese cuerpazo que tienes, cualquier cosa que uses, hasta la más ordinaria prenda, en ti, querida, se vería fabulosa. Sos hermosa, mujer, ¿qué eso no entra en tu pequeña cabecita?
— ¡Emanuel! Deja ese horrible acento español que no te queda para nada y dime de una puta vez si me veo bien o no.
—Vale, vale… —la observé y fingí analizarla minuciosamente—. Insisto ¿Por qué el delantal de enfermera tiene que ser tan corto, mujer? ¡Con esas ropas no dejas nada a la imaginación, además, el escoté, Dios mío, te llega al vientre!
—Emanuel, Emanuel, Emanuel —repitió tres veces imitando mi peculiar tono de voz—. Sos un tonto o ¿qué? —me observó risueña—. ¿Acaso crees que voy sólo a bailar a esa fiestucha infantil? Vamos, dime… ¿cómo crees que lograré acostarme con Gustavo?
— ¿Gustavo?
—Sí, hombre, el estudiante de medicina, ese bien guapetón de las que todas hablan —se acercó en puntillas hasta mí para susurrarme al oído un tanto excitada—. Dicen que tiene una verga que ni te imaginas, y que sabe usarla como los dioses.
— ¿Es gay? Me gustaría probar eso  de la que todas hablan —reí con ganas.
—No, idiota, pégate con una piedra en la boca —se acercó al mueble de madera y lo golpeó tres veces con los nudillos—. Ni Dios te oiga, que terrible sería saber que Gustavo es gay, no que desperdicio de hombre.
—Que no te oiga a ti mujer, que con esa lengua has envenenado todo el hermoso panorama que tenía imaginado en mi sana mentecita. Malvada.
—Sí, claro, “Sana mentecita” —se burló realizando el ademan de las comillas—. Apuesto que esperas con muchas ganas que en ese lugar esté Felipe.
—Me encantaría, así tendría una noche muy agitada —sonreí lascivo—. Llena de sudor, orgasmos y semen repartido por todas partes —finalicé dejándome caer sobre la suave colcha de plumas—. Sería la noche perfecta. Un perfecto Halloween, querida.
—Imbécil. Eso suena asqueroso.
— ¿Por qué, mujer? Es lo mismo que tú haces, sudas como condenada, tienes cientos de orgasmos en unos cuantos minutos, cosa que para mí es prácticamente imposible, y vacían todo el semen posible por todo tu excitante cuerpo. ¿Es o no lo mismo?
— ¡Cierra el pico, Emanuel! —amenazó frunciendo el ceño.
—Vale, cierro el pico —levanté mi mano y con ella cerré la cremallera imaginaría ubicado en el centro de mis labios.
—Entonces —sonrió animada por el ademan tan infantil que acababa de realizar—. ¿Éste se me ve lindo?
—El blanco te queda perfecto, Moni. Resalta tus enormes pechos, el cinturón negro afina aún más tu delgada cintura, y la bata, así como está de corta,  hace ver aún más largas tus piernas ¿qué más quieres, bonita? Eres perfecta. Y créeme, si ese chico no se fija en ti, es porque es gay —reí con malicia—. Y recién, en ese momento, entraré en acción para hacerlo zumbar toda la noche.
— ¡Dale! ¿Jugamos, entonces? —estiró su mano y me observó a los ojos. Sería un extraño trato que cerraría con ella.
—Juguemos —finalicé estrechando con fuerza su mano para cerrar aquel pequeño trato. La miré a los ojos con bastante intensidad, quería saber qué tan confiada estaba ella de sí misma, y por lo visto, estaba muy confiada. Yo, en lo personal, no haría nada para acostarme con el tal Gustavo, sino más bien, actuaría si él diera indicios de ser gay, cosa que no ha pasado jamás durante los tres años que llevamos estudiando en esa universidad.
—Vamos, vístete tú ahora, o qué ¿piensas ir así?
— ¿Así cómo? ¿Qué tienen de malo mis prendas? —pregunté burlesco mientras observaba con gracia la teñida Hipster que vestía aquel día.
—Yo no llegaré contigo si vas vestido así.
—Y de qué quieres que vaya disfrazado, encuentro que éste es muy bueno, llamativo, popular y mis nalgas se ven espectaculares con éstos jeans.
—Ridículo —abrió la puerta de su habitación y salió en dirección a la pieza de enfrente. Allí dormía Aarón, su hermano mayor. Cuando salió me entregó unas prendas color negras más una preciosa chaqueta de cuero—. Toma, pruébate esto para ver cómo te queda.
— ¿Ya? —observé cada prenda entregada—. ¿Y de qué se supone que me disfrazaré con esto? —levanté la chaqueta dejándola a la altura de sus ojos—. Me puedes decir, por favor.
—Un metalero, o no sé, un hombre lobo del siglo XXI quién sabe, pero así como estás ¡no irás a ningún lado!
—Vale… veremos que saldrá con todo esto.
Cogí las prendas y comencé a vestirme. Los pantalones me apretaban un poco en la entrepiernas, sí, Aarón era mayor que yo pero su cuerpo era mucho más pequeño que el mío. Me observé en el espejo, y por primera vez me sentí igual a Mónica. Já. Me quité los pantalones de prisa, y mientras lo hacía oía las fuertes carcajadas de mi amiga. No paró de reírse de mí hasta que me coloqué, nuevamente, mis jeans. Continué mirándome al espejo y preguntándome cómo mierda iría a la fiesta sin un buen disfraz. Luego pensé en el extraño pijama que solía usar el padre de Mónica. Al pedírselo ella pensó lo mismo que yo; disfrazarme de reo.
—Y si lo hacemos más interesante y eres un reo zombie.
Su estúpida idea no me pareció tan estúpida después de ver el excelente trabajo que hizo en mi rostro después de horas de maquillaje. Era como si mi cara estuviera podrida desde hace ya un tiempo, y mi cuello se veía realmente destrozado.
— ¡Woh, te ha quedado genial, Moni! —declaré exaltado, apreciaba cada detalle, me veía asquerosamente apuesto—. No sabía que eras buena en algo más que no fuera hacer felaciones.
— ¡Cállate, bastardo! —sonrió orgullosa. No estoy muy seguro si la sonrisa fue por el pequeño cumplido, o por lo buena que era al momento de chuparla—. Gay o no igual te gustó la mamada que te di la otra noche.
—Milagros de alcohol —la miré risueño, acaricié su rostro y froté mis pulgares sobre la parte superior de sus labios—.Y la falta de depilación en éstas partes provocaron aquel milagro.
Un fuerte puñetazo en mi boca finalizó con la desubicada conversación que habíamos comenzado ella y yo.
Cuando el reloj marcó las nueve de la noche saqué mi móvil y llamé a un radio taxi, esa noche tenía planeado beber hasta quedar inconsciente y despertar en cualquier parte del mundo, sin importarme con quién o con qué, por ende, no llevaría mi coche, claro que no y eso me obligaba a gastar dinero en un radio. Mientras esperábamos el móvil, Mónica y yo hacíamos la previa en su casa. Nos bebimos unas cuantas latas de cerveza para llegar un poco más prendidos a la fiesta. Debo admitir que esto, hace unos seis meses atrás, siquiera se me habría pasado por la cabeza. Desde que mis juntas con Mónica se han hecho más seguidas, mi personalidad, o mejor dicho, mi forma de actuar a cambiado de sobre manera. Comenzando por “yo jamás hubiese llegado bebido a una fiesta”, ni mucho menos “hablaría tan serenamente sobre mi homosexualidad que durante veinte años traté de mantener en secreto”. Todo ha sido diferente desde la primera vez que nos topamos en una plaza y ella me ofreció beber unas cuantas botellas a su lado. Realmente puedo decir que ha sido una muy mala influencia. O al menos así ella se presentó ante mí.
—“No te juntes conmigo, porque soy una muy mala chica”.
Hice caso omiso a sus palabras, y ahora me acato a las consecuencias. 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Otro extraño sueño


Anoche soñé algo bastante chocante.
Estaba en mi casa, no recuerdo muy bien lo que hacía, pero me entretenía. Usaba una ropa bien linda, cosa que en la vida real no pasa, siempre visto con la misma ropa casual y aburrida, en cambio, la de mi sueño era toda linda. Y sin mencionar, además, que me veía delgada. Ahora no es que esté gorda, pero me gustaría ser como las chicas de la televisión. En fin, volviendo a mi sueño, creo, si mal no recuerdo, que estaba preparando algo de comer, era de noche y mi madre había salido a una fiesta con su pareja. Yo me quedé sola y veía la televisión, cosa extraña, porque de ser la vida real estaría en la computadora (xD). Luego sentía pasos, mientras yo estaba aún en la cocina. ¡No, miento! Antes de sentir los pasos las luces de mi casa se fueron. Quedé completamente a oscuras. Con suerte pude ver el cuchillo que sostenía entre mis manos. Comencé a temblar, porque me da miedo la oscuridad. Me acerqué al interruptor de la cocina y lo presioné unas tres veces. Fue estúpido porque la luz se había ido en toda la casa.
— ¿Qué sucede?
Pregunté aún más nerviosa y caminé con inseguridad hasta mi habitación. La cual está a unos cuantos pasos de la cocina. ¿Qué suerte no? Bueno, corrí la cortina que tengo por puerta, entré en mi cuarto y allí divisé dos ojos color rojo. La garganta se me secó y mi sistema respiratorio dejó de funcionar. Los ojos me observaron siniestros y una sonrisa acompañó aquel tétrico cuadro. Sentí que las manos me temblaban, y en la derecha aún tenía el cuchillo cocinero con el cual cortaba la lechuga para hacer mi ensalada, su peligroso filo roso mis desnudas piernas y fue en ese momento en el que intenté soltar un grito. Grito que fue brutalmente opacado por la enorme mano del hombre quien con fuerza, un tanto bruta —para ser un sueño—, azotó mi cabeza contra la pared sin quitar su mano de mi boca. Sentí que el pánico se apoderó de mí ser, intenté patalear, morder, pellizcar o zafarme de su agarre, pero, como en todo sueño, nada de lo que quería hacer funcionaba. Simplemente sentía que me movía —he de suponer que me revolqué mucho en la cama, en la vida real XD— pero no hacía nada. Sólo estaba allí, asustada, paralizada e indefensa frente a un hombre que no conocía y el cual lo único que hacía era sonreír como un sádico.
—Au…
Estoy segura que traté de pedir “auxilio” pero él inmediatamente me hizo callar con una pequeña bofetada en la mejilla derecha. Sentí como aquel contacto con su mano ardía enormemente. Me dolía y no podía hacer nada para despertar. Luego el hombre de los ojos rojos y la enorme sonrisa comenzó a bajar su mano por el contorno de mi cuello, acarició mis hombros y luego siguió el fino hueso llamado clavícula, se detuvo en el hueco que queda entre una y otra para observarme atento.
—Esto se pondrá violento —susurró asquerosamente salpicando pequeñas gotas de saliva por todo mi pecho.
Di un pequeño sobresalto, cerré los ojos con fuerza y apreté los labios. Aquel hombre había comenzado por besarme, sentí el amargo sabor de su boca, fue terrible. Comencé a dar patadas para cualquier parte sin saber si le llegaría una o no. Y al parecer ninguna le llegó porque el tipo seguía con su labor.
“Es que nadie vendrá a ayudarme”, pensaba desconsoladamente. “Acaso lo del chico héroe sólo pasa en las películas o en el anime”, y aquello me desanimó. No habría nadie que pudiera ayudarme, siquiera Tomoe-sama. ¡Sí! Pensé en él. J aja.
Cuando el tipo intentó tocarme un seno, sentí que la sangre me hervía. Apreté con fuerza aquel cuchillo que sostenía tan celosamente y sin pensarlo dos veces lo enterré con fuerza en el cuello del agresor. El hombre soltó rápidamente mi boca y dejó de tocarme. Dio unos pasos para atrás mientras en su rostro se podía divisar claramente aquella mueca de espanto y dolor. Yo sonreí. Quitó, estúpidamente, el cuchillo que fue enterrado perfectamente en la arteria carótida. Apenas y quitó aquel afilado instrumento su cuello comenzó a salpicar exageradamente de un líquido tibio y viscoso. Era su sangre. El hombre gritaba e intentaba atacarme, pero al parecer la sangre que perdía era demasiada, porque siquiera podía mantener el equilibrio.
—Perra hija de  puta —alcanzó a decir justo antes de que su mandíbula se desencajara. Me había acercado a él y con fuerza pateé su rostro. Pude sentir el excitante crujir de sus huesos al momento de quebrantarse.
— ¿Qué se supone que haré contigo, eh? —agregué cruelmente mientras cogía el afilado cuchillo del suelo. Lo sostuve entre mis manos y el olor a metal entró rápidamente en mis fosas nasales. Era el olor de la sangre.

Luego, como en todo sueño, aparecí de la nada en cuarto vacío, que supongo yo es la casa abandonada que está justo atrás de la mía. Miraba a un sujeto que estaba amarrado a la pared desde sus extremidades. No gritaba, no se movía, no hacía absolutamente nada. Sólo podía apreciar el dulce aroma de la muerte. Bueno, no es tan dulce, pero en mi sueño así lo sentí. Sin mencionar, además, que el suelo estaba completamente teñido de rojo.
Miré mis manos y en ellas noté la gran cantidad de sangre que las manchaba, sostenía algo viscoso, luego llegué a la conclusión de que era su corazón. Porque al acercarme a él había una cuenca en su pecho y allí no había más nada. Sólo un hueco negro y vacío. Después, recuerdo, que cogí algo parecido a un hacha y comencé a cortar la cabeza del tipo. Golpeé una, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces para lograr separar el cuello del cuerpo. Me costó, pero al ver que lo logré sonreí conforme. Cogí la cabeza de los cabellos y la llevé hasta un pequeño poso, supongo yo, que debe ser el que está en el patio trasero. Levanté su cabeza para apreciar su rostro, o al menos lo que quedaba de él. Le faltaban los ojos, no tenía nariz y al parecer le corté la lengua. Recuerdo sí, que los ojos los dejé en un frasco transparente justo al lado de mi cama. Miré por segunda vez al tipo que cometió el grave error de entrar a robar a mi casa para luego susurra algo que ni yo entendí y dejé caer la cabeza en el poso para observar como ésta se perdía en la oscuridad. Volví a por el cuerpo y éste, mágicamente, ya estaba hecho huesos. Las ropas que en su tiempo estaban bañadas en sangre ahora simplemente eran harapos sucios cubiertos de polvo. Las cadenas que sostenían al hombre ahora estaban totalmente oxidadas. Supuse que había pasado tiempo. Tiempo que al parecer no había desperdiciado porque al entrar, también noté que llevaba, arrastrando, a otro sujeto para ganarlo junto a otros hombres que yacían inertes en el frío concreto.

En fin, ese fue mi extraño sueño, al despertar sentí la extraña necesidad de matar a una persona para ver si era tan reconfortante como en mis sueños. Rápidamente abandoné la idea. Já. Luego, sin lograrlo, intenté soñar con Tomoe y terminé soñando con nubes negras que cubrían un rojo cielo.
¿Qué pasó conmigo? Sueños raros.
Espero les haya gustado… y espero, de igual forma, que no se hayan aburrido. Un saludo a mis dos grandes amores “Seiren-sama y Calabaza-sama”, las quiero y admiro. Besos  a las dos y muchos abrazos psicológicos.
¡¡Chau-chau!! 

martes, 13 de noviembre de 2012

Poppy Z. Brite - El Arte más íntimo


Hola a todos.
Ha pasado mucho tiempo desde que no he publicado nada, y que mejor oportunidad para hablar sobre el libro más codiciado —entre mis gustos—. Un libro que lamentablemente no está aquí en Chile, y por lo que he oído y leído, también es muy difícil de encontrar porque hay muy pocos en el mundo.
¡Qué daría yo por tenerte en mis manos, pequeño libro! Bueno, no daría mucho, sino más bien lo que estuviera a mi alcance.

Aquí los dejaré con un resumen encontrado en el internet. Y también con el primer capítulo de ésta escalofriante novela. Espero les guste tanto como a mí.

Resumen: Andrew Compton es necrófilo y tiene a sus espaldas más de veinte asesinatos. Jay Byrne es caníbal y también tiene una estela de cadáveres que aún no ha parado. Tran es vietnamita, joven, y se marcha de casa. Luke tiene sida y se dedica a vociferar en un programa de radio ilegal. Lo único que todos tienen en común es su condición homosexual. Así, Jay y Tran se conocerán, pero el psicópata respetará inicialmente al vietnamita. Andrew escapa de Londres para conocer, en Nueva Orleans a Jay, y habrá un enfrentamiento entre ambos pues los dos quieren lo mismo. Luke quiere recuperar a Tran antes de morir. Y mientras la novela te va contando qué hace cada uno te metes de lleno en una novela brutal donde uno de ellos será posiblemente la cena de otro.

Ahora les dejó el link para que puedan descargar en formato PFD. ¡Que lo disfruten!


viernes, 26 de octubre de 2012

¡Feliz por muchas cosas!


¡Que felicidad!
He terminado una nueva etapa en mí vida, la cual fue finalizar con mi práctica profesional. Debo admitir que fueron los tres meses más largos de toda mi vida, y también los más cortos. Es extraño, lo sé. Pero así los sentí. No puedo decir, claramente, si fueron largos o cortos. Sólo sé que aprendí mucho, me superé completamente, fui tolerante y demás. ¡Carajo! ¡Sólo quería que terminara! Y cuando llegó el último día, no quería que acabara nunca.

Antes de terminar mi práctica, le pedí a unos amigos —Sí, así de malvada— que me regalaran unos libros ¡Originales! Y estos están llegando de apoco.
Sólo le he pedido a tres amigos ese pequeño y gran regalo. ¡El primer, y único, libro que me ha llegado es “Piel” de Ted Dekker. Cuando lo vi, estallé de felicidad, nunca creí que el regalo de esa persona llegara de los primeros, de hecho, le tenía poca fe a él. Pero llegó, y me sentí felizmente arrepentida de pensar como pensé.
Los demás libros que solicité como regalo son del mismo autor. Y, por el cual tengo más interés es por uno llamado “Adán”. No sé el por qué ese libro me llama tanto la atención, será por su nombre tan... ¿genial? o por su extraño resumen, quién sabe. Y el tercer libro que pedí fue “Beso”. Ese lo pedí, porque no sabía qué otro libro pedir, y era barato, entre comillas. Sólo espero que lleguen los demás libros (xD), es bueno cumplir con la meta que nos proponemos, así los amigos deciden darte un presente. O nosotros decidimos pedirle un presente para alentarnos a seguir cumpliendo más sueños (xD) Buena escusa, ¿no?

Ahora les mostraré un pequeño resumen del libro, claramente obtenido del Internet, porque aún no he comenzado a leerlo.
Lamentablemente tengo que estudiar otros libros para un examen (u.u) y ya luego podré distraerme con éstas maravillas creadas por el hombre. 


Ficha Técnica

Temas: Policial - Suspenso - Novela negra
Editorial: Grupo Nelson
Fecha de publicación: 2007
Escritor: Ted Dekker 

Sinopsis
Una extraña tormenta ha proyectado tres tornados que se están abalanzando sobre el pueblo de Summerville. 
...Pero bajo el pretexto de la tormenta surge una amenaza de peor augurio: un vengativo asesino conocido como Red, quien ha dejado a su paso una serie de victimas, y que ahora está empeñado en llevar a cabo su venganza final sobre el desprevenido pueblo. Pero a Red lo rodea un misterio que el FBI no está dispuesto a admitir: secretos muy bien guardados de algo terriblemente perverso debajo de la piel de Summerville. Secretos que destruirán mucho más que el pueblo. 
Wendy Davidson está atrapada en el medio. Ella es una sobreviviente en recuperación de una secta, y se refugia en Summerville en su camino a visitar a su madre, de quién está separada. Con ella están cuatro extraños, cualquiera de los cuales podría ser la próxima victima... ...o el asesino.


viernes, 5 de octubre de 2012

Otro dibujo

Eh aquí un nuevo dibujo. Como no sabía qué otra cosa publicar, y el sueño se espantó apenas y toqué la cama... me conecté simplemente para subir ésto.
Espero les guste. Saludos a todos


Awww~ Dulce niño "yeta". Recuerdo que era un personaje muy amado en un rollplay que tengo con un amiga, pero como será lo poco que lo amé, porque ya ni recuerdo su nombre... ¿Alan? No, en realidad no lo recuerdo.


A ese dulce conejito lo dibujé mientras trabajaba... está hecho en el Paint del Windows XP, pucha que extraño ese programa, el del Windows 7 es muy... asco. xD

Un beso psicológico a mi amada Seiren! Y ahora, agregaré a alguien más en mis saludines especiales. ¡Calabazita! Las adoro a las dos, son muy ¡recontra! especiales para mí.

¡Besos!

lunes, 24 de septiembre de 2012

Tsunami


¡Hola, ¿cómo están?! Já, espero que estén bien. Yo aquí escribiendo después de un día agotador en el trabajo. Tenía ganas de escribir desde el mismo día domingo, pero, lamentablemente no me di del tiempo para hacerlo.
El día sábado, junto a mi grupo de amigos, nos habíamos alistado para irnos a un evento de anime. Llegamos aproximadamente a las doce del día, y ya la fila era de unas mil personas. El antro tenía espacio, estimado, para unas mil quinientas personas, pero dentro de él había alrededor de dos mil setecientas personas. ¡Imagínense como estaba de apretado ese lugar! ¡Muy apretado! Siquiera cabía una mosca dentro del antro, por ello, mi amiga agarró su billetera y nos invitó al parque de atracciones más cercano. ¡Fantasilandia! Yo sólo he ido dos veces a ese lugar, una fue durante el dos mil once y la segunda fue ese mismo día sábado.
Cuando llegamos al lugar, nos subimos a un juego llamado “Raptor”, es bastante adrenalinico. Siempre me deja con el estómago en la garganta y el corazón en la mano. (XD)
Como hacía un calor de los mil demonios nos fuimos a subir al siguiente juego; Tsunami. Y he allí el motivo de esta nueva entrada.

Es un juego sencillo. No tiene mayor emoción; es un pequeño bote de una capacidad máxima —creo— de veinte personas, baja una caíd de dieciséis metros de altura para  expulsar una ola de agua que moja a las personas que ya salieron del juego y caminan por un puente —obligatoriamente—.
Debo admitir que mientras el bote caía, yo sentí que mi cuerpo se iba hacía adelante. Pensé, por un momento, que caería de él y este me aplastaría como a un gusanito. (LOL) No pasó, claro está. ¡Al sentir el “splash”! un montón de agua saltó y mojó a una cantidad moderada de gente. Me reí de ellos, porque yo quedé como si nada; completamente seca. Nos bajamos del barco, reíamos y comentábamos la sensación que sentimos en el momento de la bajada. Caminamos alegres por el maldito puente que nos lleva a la salida del juego y sin darnos cuenta, bueno, en realidad sí nos dimos cuenta, cayó el otro bote. Corrí hasta el puente para ganarme allí y que la pequeña ola me mojara. Nunca pensé que la pequeña ola se transformaría en “La pequeña ola”.

Fue una sensación extraña; primero, todo se detuvo ¡sí, de verdad! Todo se quedó quieto, no había sonido, no había movimiento, ¡No había nada! Sólo espuma blanca que se produjo cuando el bote se estrelló contra el agua del fondo. Ésta se levantó ferozmente y atacó a todos en su camino.
Poco a poco la espuma que pareciera haberse congelado fue tomando velocidad, el sonido que había desaparecido fue en aumento, hasta que ¡Plash! No vi nada más que mis pies, los cuales estaban muy húmedos, en realidad estaban empapados. ¡Lo único que se salvó de aquella tremenda ola fue parte de mi espalda! Si hasta la ropa interior se me mojó.
Quedé empapada, fue gracioso y terrible. Porque durante todo el resto del día permanecí húmeda, y el domingo amanecí resfriada. ¡Fue divertidamente terrible!

Bien, eso sería todo por hoy. No tengo nada más interesante qué contar. Espero les haya gustado, es corto, aburrido y mal redactado, pero sólo quería compartir esto que siento.


¡Un beso a la Seiren, y por favor, no olviden comentar!