domingo, 15 de enero de 2012

Clandestino Capítulo 1: Revelaciones



I
Revelaciones

— ¡Quiero que se vayan! —gritó la mujer empujando con fuerza a sus dos hijos mayores. Empujones que les obligaron a ambos chicos a salir de la casa por la puerta de entrada— ¡Lárguense! —agregó mortificada arrojando lo primero que sus manos tomaron—. ¡No los quiero volver a ver nunca más! —dictó finalmente.
—Pero, mamá… —protestó Carlos, el mayor de los hermanos, intentando acercarse a la mujer, aunque, sin lograrlo.
— ¡No te atrevas a tocarme, maldito marica!
—No diga eso, mamá… —rogó quedamente. Sus ojos se inundaron de lágrimas que amenazaban con desparramarse por toda su cara. En su garganta se formó un nudo tan grande que le hacía imposible continuar hablando… o más bien rogando—. Mamá, por favor… a pesar de todo sigo siendo yo, su hijo Carlos… el mismo de siempre, la homosexualidad o el incesto no me ha hecho cambiar en nada, mamita… —inseguro comenzó a dar pasos en dirección a su madre. Uno a uno hasta llegar a la mujer y continuar hablando con la mayor calma posible—. Seguimos siendo sus hijos, mamá.
— ¡Ustedes dos…! —les observó rápidamente de forma intercalada—… ¡Son unos demonios! 
— ¡No, mamá! —la voz de Carlos se quebraba cada vez más—. Seguimos siendo nosotros.
— ¡Largo!
—Ya, Carlos, no es necesario —interrumpió Cristian con voz firme y fría, él sabía muy bien que si continuaban allí nada solucionarían. Nelly estaba lo bastante confundida e histérica como para analizar calmadamente la situación, pero, sinceramente ¿Qué era lo que debía analizar la destrozada madre?—. Ya, hermano, vámonos.
—Pero Cris.
—Vámonos —dijo sin más cerrando la puerta tras él dejando absolutamente sola a una histérica mujer gritando y maldiciendo desde el interior de la casa.

De esa manera, culminó una lamentable discusión entre madre e hijos.
Carlos y Cristian se marcharon de casa —contra su voluntad— a los diecinueve y dieciocho años de edad. Ambos, gracias a su padre Alex, viven juntos en un departamento en el centro de la ciudad compartiendo una vida como pareja.  
Nelly y Alex continúan juntos criando de sus dos pequeños hijos gemelos, Drake y Derek, de trece años. Tratando de hacer lo mejor posible para que la historia no se vuelva a repetir. O eso es, por lo menos, lo que quería hacer Nelly.

*

Aquella tarde continuó lenta y amarga. Todo lo que había sucedido estaba siendo digerido lentamente por Nelly. No podía creer todo lo que había pasado en aquel corto lapso de tiempo.
La inseguridad, como madre, hacía acto de presencia y se apegaba poco a poco a ella. ¿Qué había hecho mal? ¿Habrá sido culpa de ella o de Alex? ¿Cómo o qué hacer para curar aquella enfermedad por la cual estaban pasando sus hijos? ¿Habrán sufrido algún tipo de abuso, como para terminar así? Muchas preguntas llegaron a su cabeza y ninguna venía con respuestas. Se estaba volviendo loca y si seguía en pie, sin hacer nada, perdería la poca cordura que le quedaba. Comenzó a limpiar cada rincón de su enorme casa, limpió cada adorno, cuadro… Al llegar a la habitación de sus dos hijos mayores comenzó a llorar desconsoladamente. Sintió la impotencia de haber fallado en el trabajo de madre al criar a sus dos pequeños hijos mayores.

—Ya llegamos, querida —la dulce voz de su marido resopló por toda la casa en un vacío eco.

Alex miró en dirección a la sala de estar, en donde generalmente estaba Nelly leyendo alguna clase de novela erótica. Nada. Miró en dirección a otro rincón de la casa, ésta vez fue en dirección a la pequeña biblioteca que le había regalado la navidad antes pasada a Carlos, quizás allí estarían Nelly y Carlos leyendo como siempre. Nuevamente nada. Algo preocupado caminó en dirección al patio trasero en donde había un pequeño taller de mecánica, lugar en el que Cristian se perdía todas las tardes reparando los autos de algún familiar o amigo. Para su sorpresa no había nadie. La única opción que le quedaba era que: sus hijos habían salido a dar algún paseo por allí y que su mujer estaba dormida en la habitación.
Los menores subieron inquietos la escalera en dirección a sus respectivas habitaciones para quedarse dentro de ella y jugar allí algún juego en la red. Alex subió la escalera en busca de su esposa. Cuando entró a la habitación matrimonial observó que la mujer estaba sentada sobre la cama con las manos cubriendo su rostro.

—Nelly —susurró apreciando la oscuridad en la habitación. Sin siquiera dudar un segundo, Alex se acercó a ella para averiguar el motivo de sus lágrimas—. ¿Qué sucedió, amor? —preguntó con su habitual tono maternal. Veinte años de matrimonio eran más que suficiente para saber en qué momento debe preguntar y en qué momento es preferible callar y sólo abrazar.
Nelly, sin rodeos, confesó todo lo que había sucedido horas antes de que él llegara a casa, le platicó sobre lo que vio cuando entró a la habitación de sus hijos—. Realmente no lo podía creer… amor.

*

Se suponía que la madre estaría fuera de casa durante toda la tarde. Ella saldría con sus amigas, como todos los viernes, y estaría perdida en las tiendas comerciales hasta más allá de las diez de la noche. Tiempo suficiente para poder demostrarse el amor que tanto sentían el uno por el otro. Pero nada de eso resultó. Al parecer a una de las amigas de Nelly se le había muerto algún familiar cercano, por ende aquella “salida de amigas” se había cancelado. Nelly y Marta, la otra acompañante, prefirieron ir a tomarse un café para luego volver a sus respectivos hogares.
Nadie sabía que aquella salida de amigas se había cancelado.

—Te amo —confesó Cristian desnudando el dorso de su hermano, besando quedamente sus clavículas hasta perderse por su formado pecho.
—Yo… yo también… —el mayor estaba completamente nervioso, sabía que estaban solos, pero aun así se sentía algo sucio por hacer el amor con su hermano en la casa de sus padres.

A pesar de ser un año y algunos meses mayor, Carlos siempre fue un muchacho muy callado y tímido. Era ingenuo y amoroso, todo lo contario de Cristian que era mucho más espontáneo y pícaro. Usualmente se les confundía los roles de hermanos. A ninguno de los dos le molestaba aquello, simplemente les daba igual que les voltearan los nombres.

—Recuerda que mamá llegará a las diez de la noche —comentó lujurioso—. Tenemos sólo cuatro horas para disfrutar de sexo desenfrenado.
—No digas eso, idiota…
— ¿Qué cosa?
—Lo del sexo, sabes que odio que te refieras a lo que hacemos con esa palabra… —se acomodó en la cama quitándose a su hermano de encima—. Sabes muy bien que nosotros no tenemos sexo, sino que hacemos…
—El amor… —interrumpió algo irritado—. Lo sé…

A Cristian le gustaba realizar comentarios obscenos sobre lo que hacían en la cama, más a Carlos le incomodaba total y absolutamente que su hermanito hiciera todo eso. Él prefería una relación tierna y afable. Mientras que a Cristian le gustaba realizar juegos eróticos e incluso llegar a utilizar algo de fuerza.

— ¡Masoquista! —gritó suavemente mientras le daba una fuerte palmada en la nalga derecha—. ¡Eso es lo que eres, Cris, un masoquista!
—Sí, Carlos, ahora vamos —de forma prudente separó las piernas dejando a la vista su vulnerabilidad, con sus manos se afirmó de la baranda de la cama para así levantar la cadera y recibir aquellas deseadas envestidas— métela ahora.
— ¿Quieres que la meta? —preguntó coqueto abriéndose paso entre aquellas formadas piernas—. ¿Seguro?
—Oh, sí, cariño, estoy seguro, vamos, hazlo ya.
—Muy bien.

Carlos tomó posición acomodando su miembro entre las nalgas de su hermano para así penetrarlo sin previo aviso. Aquel seductor acto provocó un millar de sensaciones placenteras en Cristian, sensaciones que le obligaron a soltar fuertes gemidos.

— ¿Te duele? —preguntó preocupado sin dejar de envestirlo. Todo lo contrario, aumento en fuerza y ritmo.
—Tú sólo continúa… —declaró abrazándose a la espalda del mayor.

Sin esperar alguna otra indicación, Carlos continuó con lo suyo; envestir a su hermanito hasta que ambos terminaran tendiendo un placentero orgasmo. Generalmente no les tomaba más allá de veinte minutos, pero entre juego y juego podían estar así todo el tiempo que su madre demoraba realizando las compras. Y esa tarde no sería la excepción para ellos. Lastima que la madre tuvo un cambio en sus planes.

— ¡Mamá! —gruñó Cristian al darse cuenta que su madre les observaba.
— ¡¿Qué?! —Carlos se volteó y observó en la misma dirección que su hermano, apreciando así la silueta que se asomaba por la puerta de la habitación.

La mujer estaba estupefacta con el rostro desfigurado. Realmente no podía creer lo que estaba viendo. ¿Eran, acaso, sus dos hijos mayores los que se estaban afilando las espadas en la cama de su hijo menor? ¿Eran sus hijos los que estaban en un acto ilícito?

—Dios mío… —balbuceó inanimada saliendo lentamente de la habitación tapando con una mano su boca y con la otra apretando su vientre con fuerza. Aquella escena había provocado nauseas en la mujer.
— ¡Demonios, nos vio! —protestó desesperado quitándose de encima a su hermano, quien de forma casi espontánea había perdido su erección.
— ¡¿Qué haremos ahora, Cris?! —cuestionó Carlos buscando por entre medio de las mantas su pantalón.
— ¡Nada, hablar con mamá!
— ¿Hablar con ella? Y ¿Qué se supone que le diremos? —la voz del mayor se manifestó de forma irónica. Cosa que disgustaba completamente a Cristian. Carlos cruzó sus brazos a la altura de su pecho para mirar desde lo alto a su hermano menor. Manifestó una falsa sonrisa y continuó con su exagerado y dramático teatro barato—. “Mamá, sabes, somos gays y para hacerte la película un poco más grata, también somos amantes desde que tenemos quince años, perdónanos ¿si?…”
—Cállate, Carlos… —ordenó buscando sus zapatos que estaban repartidos por la habitación.
—“… no fue nuestra intención que te enteraras así, teníamos pensado decírtelo, mamita…” —continuó haciendo oídos sordos a lo que su hermano le había ordenado segundos atrás.
—Enserio, Carlos, cállate. No es gracioso.

Carlos le observó angustiado.
Ahora sí que estaban en un grave problema. Siquiera se les había pasado por la cabeza el día en que tuvieran que declarar sobre su condición sexual. Una vez a Cristian le habían entrado ganas de platicar con su madre lo de su homosexualidad, omitiendo, obviamente, la parte en que mantenía una relación incestuosa con su hermano mayor, pero siempre se arrepentía por el hecho de saber que su madre era homofóbica.
Verdaderamente aquello les había pillado por sorpresa. A los tres.
Se vistieron, ambos, lo más rápido posible y salieron a hablar con su destrozada madre. Lamentablemente no fue como se lo imaginaron y terminaron fuera de casa.

*

—Pero… ¿estás segura de lo que viste? —preguntó aturdido—. Es decir… deberías haber hablado con ellos antes de condenarlos…
—Debiste haber visto lo que yo vi… —se defendió. Tomó la mano de su amante y la besó—. No quiero que vuelvan…
—Cielo… —besó su frente—. Son nuestros hijos, no podemos…
— ¡No pueden estar juntos! —protestó alterada.
—Lo sé, pero…
—Pero nada, Alex… no quiero que sean un mal ejemplo para nuestros hijos… tenemos dos pequeños a los cuales debemos criar y tratar, en lo posible, de no cometer los mismo errores… —se detuvo para analizar en qué, específicamente, se habían equivocado. Nada llegó a su mente—. No soportaría tener que pasar por lo mismo…
—Bien, amor… —apoyó la decisión que había tomado, egoístamente, su mujer.

La tarde se había ennegrecido, nubes grises se apoderaron poco a poco del hermoso cielo azul, finas gotas de agua lluvia comenzaron a caer para estrellarse contra los cristales del enorme ventanal ubicado en la habitación matrimonial de aquella casa. Alex permaneció al lado de su mujer mientras ésta lloraba desconsoladamente preguntándose una y otra vez qué había hecho mal.
El hombre no estaba tan preocupado por sus hijos, sabía que tenían donde llegar aquella noche y las demás que tenían que pasar fuera de su hogar. Lo que sí le preocupaba era cómo enfrentarían al mundo ahora que su secreto había sido descubierto.
Sí, era cierto, él lo sabía todo, desde que sus hijos tenían quince años, la primera noche que se acostaron juntos se lo contaron a su padre, el ser a quien más confianza le tenían. Después de todo ¿Qué podía hacer él al momento de enterarse? Absolutamente nada, sólo callar y mantener aquel secreto como si fuera propio. Quizás aquello era, en parte, su culpa. Más que nada, los genes son muy poderosos ¿no?


11 comentarios:

  1. *-*
    Voy a empezar por lo que más me gustó: eso de no llevar una linealidad absoluta, esos saltos entre acontecimientos, los sabes llevar muy bien.
    He notado que has mejorado mucho en la narración. Es bastante fluida y nada tediosa, te insta a leer, a leer, y a leer (y ya sabes que tengo la manía de saltarme párrafos enteros cuando algo no me convence)
    Un capítulo inicial bastante atrapante. Eres buena acaparando la atención, eh.
    Me muero por saber que pasará. Así que espero que no me dejes con las ganas.
    Saluditos!

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    1. Mi niña, de verdad que trataré, en lo posible, poder crear el segundo y demás capítulos lo antes posible sólo para que puedas leer n.n
      :D Y ten por seguro que me esforzaré mucho!!! para que mi narrativa no sea tediosa n.n

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    2. Creo que comparto contigo aquello, no es fácil escribir así ni mucho menos que la historia se vea interesante. Ella lo logró.
      Espero continue así.

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  2. ¿Cuándo habrá continuación? Ya quiero saber qué sucederá entre Carlos y Cristian. Saludos.

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  3. En realidad no sé que puedo comentar, creo que te lo dije todo en persona...

    Me gustó mucho como escribiste el capitulo, los saltos de tiempo, el cambio de personajes... lo estructuraste bien y utilizaste lenguaje sencillo. Se entiende todo lo que quisiste expresar (explicar) al lujo de detalle (solo hay una corrección que te hice que no cambiaste, malvada)

    Me gustó la personalidad que le diste a Nelly (no me acostumbro al nombre) y a Alex (tampoco me acostumbro al nombre).

    Bueno, eso sería :)

    No recuerdo qué más te dije el otro día jajajaja y espero que se pueda avanzar pronto con el siguiente capitulo y no lo dejes de lado como lo hiciste con el otro fic ¬¬


    te quiero mucho ;D

    Besos!

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    1. ¡¡Gracias!! Ya sé lo que piensas de éste fanfic n.n y espero podamos darle un final digno x3

      besos :)

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  4. El final. No sé como será el final, hasta el momento... no es feliz :(

    xD!

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  5. Buen comienzo. Ya quiero saber qué es lo que viene con estos dos hermanitos traviesos.

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  6. Ya está listo el segundo capítulo
    ¡¿Por qué razón no lo subes aún?!

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  7. No subo el capítulo porque aún no hago las correcciones que me has dicho. ._.

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  8. Oh, espera... la frase final me hace pensat que el padre también es secretament homosexual. ¿O mal interpreté?
    Eso explicaría tanta comprensión ante sus hijos, aun que le hecho de que también acepte su incesto lo hace sorpendentemene comprensivo.
    Un personaje del todo contrario a Nelly, que es toda explosiva y tan intolerante e incomprensiva.
    Es muy interesante la relación de Carlos y Cristian, Cristian a pesar de ser el meñor es la parte más activa y sexual.
    Tu redacción muy buena y muy agradable de leer, y además a pesar de no ser un capítulo larguísimo, explica muy bien las situaciones, de forma concisa, la narración no llega a aburrir en ningún momento, al contrario te incita a seguir leyendo. Y la parte del lemon, es cortita pero muy bien descrita.
    Claro! Lo más emocionante de todo es el tema que escogiste, el incesto, que también acarrea bastante drama, pero es igual muy disfrutable y rico.

    En un tema a parte, no te había dicho, pero me parece que tu blog es muy bonito, estéticamente es precioso.

    Pues nada más por ahora, me seguiré paseando por aquí, y ten por seguro que seguiré comentando.
    Espero que tengas una linda tarde! Besos <3

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