martes, 1 de octubre de 2013

Confesiones III

Hola a todos. ¿Cómo están? Jojojo, espero que bien, de verdad. Hoy, primero de octubre, escribiré mi primera entrada en el blog. Y de verdad, de verdad que he tratado de escribir todos los días, y no puedo, no me sale. No soy genialosa como Seiren o Tigreton. Ellos son íconos a seguir… u.u
El día de hoy les traigo otra de mis ya acostumbradas entradas con el título “Confesiones”. Creo que me acostumbré a ellas. Es una forma fácil de iniciar un escrito. Independiente si este es propio o no.
En fin~ aquí con la confesión, espero les guste. ;)

                              Confesiones III

Ya quisiera verme así mientras me baño ;) 
Estaba tranquila. Sentía el agua correr desde mi espalda hasta la punta de mis pies. Amo dejar correr el agua de esa manera, aunque en mi subconsciente algo me dice que soy la persona más cruel del mundo al desperdiciar tanta agua en un simple baño. Pero… sólo quiero relajarme y siento que esa es la única manera de lograrlo. Mojándome con agua hirviendo.
Cogí el shampoo Dove del suelo y embetuné mi mano con un poco de esa cremosa combinación de químicos que utilizo para limpiar mi cabello. Lo acerqué a mi nariz y lo olí. Rico, pensé con devoción y sin más comencé a escurrirlo por todo mi cabello. De arriba abajo sin olvidar ninguna parte de mi cuerpo. Lo masajeé tan cual dice en el envase del producto. Las instrucciones. Tomé el pote del jabón de la misma marca y ésta vez embetuné una esponja especial que tengo para el cuerpo. Comencé a brotarme parte por parte y cuando llegué a mis pechos detuve el movimiento circular que suelo hacer por inercia. Los observé; redondos y con sus pezones erectos. No sobresalientes como se ven en las imágenes eróticas, no, es como si mi pecho fuera redondo y tuviera dibujado dos pezones. Me gustan, sobre todo cuando están mojados. Los seguí mirando incluso cuando una de mis manos comenzó a estrujarlos de forma suave. Los movía de arriba abajo como si alguien más lo estuviera haciendo. Una escena familiar llegó a mi mente de forma automática. Unas manos acariciando mi pecho de forma circular. Una lengua perdiéndose entre mi boca para encontrarse con la mía. Unas piernas abriéndose paso entre las mías. Una escena que no paraba de pasar por mi mente mientras mis ojos veían el exquisito movimiento de mi mano contra mi pecho.
Qué locura…
Susurré con un hilillo de voz. Moví la cabeza de un lado a otro y pensé en la fantástica habilidad de la mente; mientras vez un objeto tu cerebro te transporta a otro lugar y así mismo estás viviendo dos situaciones diferentes.
Amé sentirme así. Cerré la llave del agua y continué enjabonando mi cuerpo. El baño continuó de lo más normal. Nada de manitas por aquí o por allá. No, continué normal sin pensar en nadie. Ella así como llegó se fue.
Como me hubiese gustado estar en la misma ducha contigo, una vez más. Sentirte como aquella tarde; húmeda y caliente. Besarte como si el mundo fuese a acabarse. Abrazarte con fuerza como si intentara unirme a tu cuerpo. Tocarte con desesperación como si ésta vez realmente fuera nuestro último baño juntas.

Cosas que guardo en mi corazón. Recuerdos que jamás volverán a hacerse verdad, recuerdos que terminaran volviéndose nublosos. O quizá no, porque cada vez que les ésta nota me ayudará a recordar en parte aquel dulce acontecimiento en un baño ajeno que esa noche fue nuestro.
Te amo. Sí, aún te amo. El amor no se olvida de un día para otro, o de un mes a otro. Quizá te he estado ignorando, pero… ¿qué más puedo hacer para sacarte de mi mente, corazón y alma? Dame fuerza…
Hay días en los que desearía volver a hablar contigo… como lo hacíamos antes, pero ya no puedo. La delgada brecha que había entre la amistad y el amor la crucé hace ya un tiempo y es algo imposible volver atrás. A lo que éramos antes. Volver a como si nada de esto hubiera pasado. No entiendo cómo tú puedes hacerlo. Eres tan fuerte… o quizá jamás hablaste enserio… jamás te pusiste en el papel de “pareja”, por eso te es tan fácil hablarme como amiga. Es injusto.
Quiero abrazarte, de verdad… abrazarte para no soltarte jamás. Quiero besarte y así permanecer contigo: saborear cada parte de tu cuerpo, sentir que eres mía y creer que jamás estarás con nadie más. Que tus leyes no entorpecerán nuestros planes, que tus miedos no quebrantaran nuestro futuro…
Un futuro que jamás existirá.
Me siento tan egoísta al no querer dejarte marchar. Te tengo aquí, capturada prisionera de mis caprichos. Lo siento, pero aún no puedo liberarte. No todavía… no con todo esto que siento aquí dentro. ¿Quién se hará responsable? Debo tener a alguien capturada para hacerla culpable de tanto dolor.
Lo siento.

"Me enamoré de lo que me imaginé que pasaría, me desenamoré de lo que en realidad pasó."

Ya quisiera hacer mía esa frase.
*
Y aquí… otro momento de locura en donde mis pensamientos desean salir a la superficie a través de mis torpes dedos. Aún no logran coordinarse.
Saludos a todos y espero les haya gustado. ¡Besos!

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