jueves, 22 de noviembre de 2012

Mi Gato Pipe

Su mirada, realmente sensual. Jejej
Pipe Shenshual.

Su nombre es Felipe Andrés. Pero, según yo, las gatitas del barrio lo llamaban Pipe Shenshual. Y así era como yo le llamaba, o a veces era nombrado Pipiño. Era un gatito muy hermoso, o al menos así lo veía yo. Siempre pidiendo cariño, que lo mimen o que simpleente lo dejen dormir en las piernas de alguien.
A veces, mientras yo estaba en la pc, él se sentaba en mis piernas para mirar la pantalla, yo observaba su carita y podía notar que fruncía un poco el seño y era ahí cuando pensaba “quizás está leyendo lo que escribo” y me reía sola. Realmente era un gato único. Como la mayoría de los gatos.
Recuerdo que, siempre que le decía “Pipe shenshual” él ponía una cara muy extraña, como queriendo decir “Yo soy ese sensual” y me reía a más no poder. Siempre entendió todo lo que yo le decía. Dormía conmigo y gustaba de acariciar mi cara mientras yo le acariciaba el lomo. De vez en cuando él, con sus patitas, me agarraba la nariz para acercarme a él y así besarme la mejilla o mejor dicho lamerla. Lo amo, lo amé, y lo amaré siempre.

Ayer, miércoles 21 de noviembre no lo volví a ver más.
Salí a las diez de la mañana, para hacer unos tramites en mi universidad, y al volver, a eso de las tres de la tarde, comencé a llamarlo para darle de comer. Llegó Milhouse, Pollo, Pandora y Johnny mis cuatro gatitos, pero él, mi hijo, no estaba. Lo llamé y llamé, lo busqué por más de una hora y cuando por fin entendí que no volvería a verlo lloré. Fueron cuarenta minutos de lágrimas, sino es que más. Lloré como nunca, imaginé mil cosas, cosas terribles. No podía creer que ya no volvería a ver su carita a oír sus “qué” pronunciados perfectamente, en vez de maullar, era el mejor, de verdad. Y lo que más tristeza me da, es que el sábado 24 de éste mes cumpliría un año de vida. Un añito, mi bebé.
Un año que no alcanzó a cumplir junto a su madre. Me siento tan triste por su partida. Sólo espero, en verdad, de que esté bien, que alguien lo haya visto y se lo haya llevado para cuidarlo. O que simplemente haya salido tras una gatita para luego de dos días volver junto a su mami. Lo extraño muchísimo. Mi niño.
Él, siendo tan pequeño, tan indefenso y perdido en la calle, me da terror.
¡Te quiero, Pipe! Te quiero de vuelta, quiero acariciarte, quiero que estés aquí, conmigo… a salvo en tu casa, un hogar en donde siempre tendrás lo que quieres, porque te conozco, bebé, sé cómo eres, sé lo que quieres y sé que en estos momentos tienes miedo y extrañas tu hogar.
Te amo, Pipiño.

Quizás suena extraño, o muy exagerado, pero mi amor por los animales es muy grande. Realmente los amo a todos y cada uno de ellos. u.u son únicos. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Noche de Halloween Capítulo 1


I
Sería una velada divertida. Esa noche mis compañeros de instituto habían preparado una fiesta de disfraces para celebrar la noche de Halloween. Era mi primera fiesta de ese tipo, puesto que mi madre no gustaba de aquellas celebraciones, siempre salía con la misma historia, “que todo eso no era más que obra del diablo”. Al principio siempre creí lo que ella me decía, al pasar los años, no. Y como mi madre se encontraba a muchos kilómetros lejos de mí, decidí aventurarme a esa nueva experiencia. Lo sé, no era la gran cosa, simplemente era una fiesta, pero, ¡era mí primera fiesta de Halloween! Y pretendía divertirme lo que más pudiera.
— ¿No crees que esa falda está muy corta? —pregunté observando como mi amiga se cambiaba una y otra vez de vestimenta, lanzando las prendas a cualquier parte sin mayor preocupación.
— ¿Tú crees? Yo encuentro que está perfecta —observó la corta prenda que con suerte cubría sus nalgas y giró como bailarina para observar qué tan hermosa se veía—. Vamos, Emanuel, a poco no me queda perfecta.
—Sí, te ves preciosa, pero… ¿de qué vas disfrazada? —pregunté curioso. Me acomodé en la cama y estiré mis manos para alcanzar algunas de las prendas que Mónica había lanzado, comenzaría a ordenarlas una por una mientras ella seguía modelando  los cientos de disfraces que tenía guardado.
—Verás, es algo sencillo y muy coqueto, mira —se quitó la sotana que llevaba puesta y mostró su agraciada delantera. Llevaba un corpiño color negro muy ajustado a su delgado cuerpo, formando una espectacular y perfecta cintura de unos cincuenta centímetros, realmente sorprendente. Usaba lencería roja con encajes, dejando muy poco a la imaginación, puesto que su busto estaba prácticamente expuesto—. Seré una, ¿cómo le llaman? ¿Gothic qué?
Me levanté de la cama dejando en el olvido las prendas que doblaba para acercarme a ella y cruzar mis brazos por sobre su cuello. Froté mi mejilla con la de ella y ambos nos miramos en el espejo, allí nuestras miradas se encontraron y ambos las sostuvimos por varios segundos antes de comenzar a hablar.
— Será acaso una ¿Gothic lolita…? —suspiré—. No lo creo, Mónica, ellas son más tiernas, no tan —la admiré por unos segundos y agregué un tanto coqueto—… candentes como tú, guapa, que vestida así, te juro por Dios, que me hago hetero sólo por ti —finalizando lo dicho le guiñé un ojo, besé su mejilla y me alejé de ella para tomar asiento en la pequeña cama de plaza y media y continuar con mi labor de “doblar la ropa”.
—Que eres idiota, Emanuel —bufó. Admiró su cuerpo por milésima vez en el espejo y cambió de vestimenta unas tres veces más antes de escoger la apropiada para ir a la fiesta—. ¿Cómo me veo con ésta? —Ya estaba fastidiada, preguntó con desgano y me observó un tanto malhumorada—. Dime la verdad, Emanuel, porque si me estás mintiendo, te juro que yo misma meteré esto en tu culo —cogió su arnés que estaba dentro del ropero y lo balanceó de un lado a otro.
—Uhm, con lo que me acabas de decir, no sé si decirte la verdad o mentirte deliberadamente.
— ¡Enfermo! —reclamó desesperada—. ¡Vamos, respóndeme, se me ve bien ésta mugre o no!
—Mónica, Mónica, Mónica —repetí con cansancio—. Tú sabes que con ese cuerpazo que tienes, cualquier cosa que uses, hasta la más ordinaria prenda, en ti, querida, se vería fabulosa. Sos hermosa, mujer, ¿qué eso no entra en tu pequeña cabecita?
— ¡Emanuel! Deja ese horrible acento español que no te queda para nada y dime de una puta vez si me veo bien o no.
—Vale, vale… —la observé y fingí analizarla minuciosamente—. Insisto ¿Por qué el delantal de enfermera tiene que ser tan corto, mujer? ¡Con esas ropas no dejas nada a la imaginación, además, el escoté, Dios mío, te llega al vientre!
—Emanuel, Emanuel, Emanuel —repitió tres veces imitando mi peculiar tono de voz—. Sos un tonto o ¿qué? —me observó risueña—. ¿Acaso crees que voy sólo a bailar a esa fiestucha infantil? Vamos, dime… ¿cómo crees que lograré acostarme con Gustavo?
— ¿Gustavo?
—Sí, hombre, el estudiante de medicina, ese bien guapetón de las que todas hablan —se acercó en puntillas hasta mí para susurrarme al oído un tanto excitada—. Dicen que tiene una verga que ni te imaginas, y que sabe usarla como los dioses.
— ¿Es gay? Me gustaría probar eso  de la que todas hablan —reí con ganas.
—No, idiota, pégate con una piedra en la boca —se acercó al mueble de madera y lo golpeó tres veces con los nudillos—. Ni Dios te oiga, que terrible sería saber que Gustavo es gay, no que desperdicio de hombre.
—Que no te oiga a ti mujer, que con esa lengua has envenenado todo el hermoso panorama que tenía imaginado en mi sana mentecita. Malvada.
—Sí, claro, “Sana mentecita” —se burló realizando el ademan de las comillas—. Apuesto que esperas con muchas ganas que en ese lugar esté Felipe.
—Me encantaría, así tendría una noche muy agitada —sonreí lascivo—. Llena de sudor, orgasmos y semen repartido por todas partes —finalicé dejándome caer sobre la suave colcha de plumas—. Sería la noche perfecta. Un perfecto Halloween, querida.
—Imbécil. Eso suena asqueroso.
— ¿Por qué, mujer? Es lo mismo que tú haces, sudas como condenada, tienes cientos de orgasmos en unos cuantos minutos, cosa que para mí es prácticamente imposible, y vacían todo el semen posible por todo tu excitante cuerpo. ¿Es o no lo mismo?
— ¡Cierra el pico, Emanuel! —amenazó frunciendo el ceño.
—Vale, cierro el pico —levanté mi mano y con ella cerré la cremallera imaginaría ubicado en el centro de mis labios.
—Entonces —sonrió animada por el ademan tan infantil que acababa de realizar—. ¿Éste se me ve lindo?
—El blanco te queda perfecto, Moni. Resalta tus enormes pechos, el cinturón negro afina aún más tu delgada cintura, y la bata, así como está de corta,  hace ver aún más largas tus piernas ¿qué más quieres, bonita? Eres perfecta. Y créeme, si ese chico no se fija en ti, es porque es gay —reí con malicia—. Y recién, en ese momento, entraré en acción para hacerlo zumbar toda la noche.
— ¡Dale! ¿Jugamos, entonces? —estiró su mano y me observó a los ojos. Sería un extraño trato que cerraría con ella.
—Juguemos —finalicé estrechando con fuerza su mano para cerrar aquel pequeño trato. La miré a los ojos con bastante intensidad, quería saber qué tan confiada estaba ella de sí misma, y por lo visto, estaba muy confiada. Yo, en lo personal, no haría nada para acostarme con el tal Gustavo, sino más bien, actuaría si él diera indicios de ser gay, cosa que no ha pasado jamás durante los tres años que llevamos estudiando en esa universidad.
—Vamos, vístete tú ahora, o qué ¿piensas ir así?
— ¿Así cómo? ¿Qué tienen de malo mis prendas? —pregunté burlesco mientras observaba con gracia la teñida Hipster que vestía aquel día.
—Yo no llegaré contigo si vas vestido así.
—Y de qué quieres que vaya disfrazado, encuentro que éste es muy bueno, llamativo, popular y mis nalgas se ven espectaculares con éstos jeans.
—Ridículo —abrió la puerta de su habitación y salió en dirección a la pieza de enfrente. Allí dormía Aarón, su hermano mayor. Cuando salió me entregó unas prendas color negras más una preciosa chaqueta de cuero—. Toma, pruébate esto para ver cómo te queda.
— ¿Ya? —observé cada prenda entregada—. ¿Y de qué se supone que me disfrazaré con esto? —levanté la chaqueta dejándola a la altura de sus ojos—. Me puedes decir, por favor.
—Un metalero, o no sé, un hombre lobo del siglo XXI quién sabe, pero así como estás ¡no irás a ningún lado!
—Vale… veremos que saldrá con todo esto.
Cogí las prendas y comencé a vestirme. Los pantalones me apretaban un poco en la entrepiernas, sí, Aarón era mayor que yo pero su cuerpo era mucho más pequeño que el mío. Me observé en el espejo, y por primera vez me sentí igual a Mónica. Já. Me quité los pantalones de prisa, y mientras lo hacía oía las fuertes carcajadas de mi amiga. No paró de reírse de mí hasta que me coloqué, nuevamente, mis jeans. Continué mirándome al espejo y preguntándome cómo mierda iría a la fiesta sin un buen disfraz. Luego pensé en el extraño pijama que solía usar el padre de Mónica. Al pedírselo ella pensó lo mismo que yo; disfrazarme de reo.
—Y si lo hacemos más interesante y eres un reo zombie.
Su estúpida idea no me pareció tan estúpida después de ver el excelente trabajo que hizo en mi rostro después de horas de maquillaje. Era como si mi cara estuviera podrida desde hace ya un tiempo, y mi cuello se veía realmente destrozado.
— ¡Woh, te ha quedado genial, Moni! —declaré exaltado, apreciaba cada detalle, me veía asquerosamente apuesto—. No sabía que eras buena en algo más que no fuera hacer felaciones.
— ¡Cállate, bastardo! —sonrió orgullosa. No estoy muy seguro si la sonrisa fue por el pequeño cumplido, o por lo buena que era al momento de chuparla—. Gay o no igual te gustó la mamada que te di la otra noche.
—Milagros de alcohol —la miré risueño, acaricié su rostro y froté mis pulgares sobre la parte superior de sus labios—.Y la falta de depilación en éstas partes provocaron aquel milagro.
Un fuerte puñetazo en mi boca finalizó con la desubicada conversación que habíamos comenzado ella y yo.
Cuando el reloj marcó las nueve de la noche saqué mi móvil y llamé a un radio taxi, esa noche tenía planeado beber hasta quedar inconsciente y despertar en cualquier parte del mundo, sin importarme con quién o con qué, por ende, no llevaría mi coche, claro que no y eso me obligaba a gastar dinero en un radio. Mientras esperábamos el móvil, Mónica y yo hacíamos la previa en su casa. Nos bebimos unas cuantas latas de cerveza para llegar un poco más prendidos a la fiesta. Debo admitir que esto, hace unos seis meses atrás, siquiera se me habría pasado por la cabeza. Desde que mis juntas con Mónica se han hecho más seguidas, mi personalidad, o mejor dicho, mi forma de actuar a cambiado de sobre manera. Comenzando por “yo jamás hubiese llegado bebido a una fiesta”, ni mucho menos “hablaría tan serenamente sobre mi homosexualidad que durante veinte años traté de mantener en secreto”. Todo ha sido diferente desde la primera vez que nos topamos en una plaza y ella me ofreció beber unas cuantas botellas a su lado. Realmente puedo decir que ha sido una muy mala influencia. O al menos así ella se presentó ante mí.
—“No te juntes conmigo, porque soy una muy mala chica”.
Hice caso omiso a sus palabras, y ahora me acato a las consecuencias. 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Otro extraño sueño


Anoche soñé algo bastante chocante.
Estaba en mi casa, no recuerdo muy bien lo que hacía, pero me entretenía. Usaba una ropa bien linda, cosa que en la vida real no pasa, siempre visto con la misma ropa casual y aburrida, en cambio, la de mi sueño era toda linda. Y sin mencionar, además, que me veía delgada. Ahora no es que esté gorda, pero me gustaría ser como las chicas de la televisión. En fin, volviendo a mi sueño, creo, si mal no recuerdo, que estaba preparando algo de comer, era de noche y mi madre había salido a una fiesta con su pareja. Yo me quedé sola y veía la televisión, cosa extraña, porque de ser la vida real estaría en la computadora (xD). Luego sentía pasos, mientras yo estaba aún en la cocina. ¡No, miento! Antes de sentir los pasos las luces de mi casa se fueron. Quedé completamente a oscuras. Con suerte pude ver el cuchillo que sostenía entre mis manos. Comencé a temblar, porque me da miedo la oscuridad. Me acerqué al interruptor de la cocina y lo presioné unas tres veces. Fue estúpido porque la luz se había ido en toda la casa.
— ¿Qué sucede?
Pregunté aún más nerviosa y caminé con inseguridad hasta mi habitación. La cual está a unos cuantos pasos de la cocina. ¿Qué suerte no? Bueno, corrí la cortina que tengo por puerta, entré en mi cuarto y allí divisé dos ojos color rojo. La garganta se me secó y mi sistema respiratorio dejó de funcionar. Los ojos me observaron siniestros y una sonrisa acompañó aquel tétrico cuadro. Sentí que las manos me temblaban, y en la derecha aún tenía el cuchillo cocinero con el cual cortaba la lechuga para hacer mi ensalada, su peligroso filo roso mis desnudas piernas y fue en ese momento en el que intenté soltar un grito. Grito que fue brutalmente opacado por la enorme mano del hombre quien con fuerza, un tanto bruta —para ser un sueño—, azotó mi cabeza contra la pared sin quitar su mano de mi boca. Sentí que el pánico se apoderó de mí ser, intenté patalear, morder, pellizcar o zafarme de su agarre, pero, como en todo sueño, nada de lo que quería hacer funcionaba. Simplemente sentía que me movía —he de suponer que me revolqué mucho en la cama, en la vida real XD— pero no hacía nada. Sólo estaba allí, asustada, paralizada e indefensa frente a un hombre que no conocía y el cual lo único que hacía era sonreír como un sádico.
—Au…
Estoy segura que traté de pedir “auxilio” pero él inmediatamente me hizo callar con una pequeña bofetada en la mejilla derecha. Sentí como aquel contacto con su mano ardía enormemente. Me dolía y no podía hacer nada para despertar. Luego el hombre de los ojos rojos y la enorme sonrisa comenzó a bajar su mano por el contorno de mi cuello, acarició mis hombros y luego siguió el fino hueso llamado clavícula, se detuvo en el hueco que queda entre una y otra para observarme atento.
—Esto se pondrá violento —susurró asquerosamente salpicando pequeñas gotas de saliva por todo mi pecho.
Di un pequeño sobresalto, cerré los ojos con fuerza y apreté los labios. Aquel hombre había comenzado por besarme, sentí el amargo sabor de su boca, fue terrible. Comencé a dar patadas para cualquier parte sin saber si le llegaría una o no. Y al parecer ninguna le llegó porque el tipo seguía con su labor.
“Es que nadie vendrá a ayudarme”, pensaba desconsoladamente. “Acaso lo del chico héroe sólo pasa en las películas o en el anime”, y aquello me desanimó. No habría nadie que pudiera ayudarme, siquiera Tomoe-sama. ¡Sí! Pensé en él. J aja.
Cuando el tipo intentó tocarme un seno, sentí que la sangre me hervía. Apreté con fuerza aquel cuchillo que sostenía tan celosamente y sin pensarlo dos veces lo enterré con fuerza en el cuello del agresor. El hombre soltó rápidamente mi boca y dejó de tocarme. Dio unos pasos para atrás mientras en su rostro se podía divisar claramente aquella mueca de espanto y dolor. Yo sonreí. Quitó, estúpidamente, el cuchillo que fue enterrado perfectamente en la arteria carótida. Apenas y quitó aquel afilado instrumento su cuello comenzó a salpicar exageradamente de un líquido tibio y viscoso. Era su sangre. El hombre gritaba e intentaba atacarme, pero al parecer la sangre que perdía era demasiada, porque siquiera podía mantener el equilibrio.
—Perra hija de  puta —alcanzó a decir justo antes de que su mandíbula se desencajara. Me había acercado a él y con fuerza pateé su rostro. Pude sentir el excitante crujir de sus huesos al momento de quebrantarse.
— ¿Qué se supone que haré contigo, eh? —agregué cruelmente mientras cogía el afilado cuchillo del suelo. Lo sostuve entre mis manos y el olor a metal entró rápidamente en mis fosas nasales. Era el olor de la sangre.

Luego, como en todo sueño, aparecí de la nada en cuarto vacío, que supongo yo es la casa abandonada que está justo atrás de la mía. Miraba a un sujeto que estaba amarrado a la pared desde sus extremidades. No gritaba, no se movía, no hacía absolutamente nada. Sólo podía apreciar el dulce aroma de la muerte. Bueno, no es tan dulce, pero en mi sueño así lo sentí. Sin mencionar, además, que el suelo estaba completamente teñido de rojo.
Miré mis manos y en ellas noté la gran cantidad de sangre que las manchaba, sostenía algo viscoso, luego llegué a la conclusión de que era su corazón. Porque al acercarme a él había una cuenca en su pecho y allí no había más nada. Sólo un hueco negro y vacío. Después, recuerdo, que cogí algo parecido a un hacha y comencé a cortar la cabeza del tipo. Golpeé una, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces para lograr separar el cuello del cuerpo. Me costó, pero al ver que lo logré sonreí conforme. Cogí la cabeza de los cabellos y la llevé hasta un pequeño poso, supongo yo, que debe ser el que está en el patio trasero. Levanté su cabeza para apreciar su rostro, o al menos lo que quedaba de él. Le faltaban los ojos, no tenía nariz y al parecer le corté la lengua. Recuerdo sí, que los ojos los dejé en un frasco transparente justo al lado de mi cama. Miré por segunda vez al tipo que cometió el grave error de entrar a robar a mi casa para luego susurra algo que ni yo entendí y dejé caer la cabeza en el poso para observar como ésta se perdía en la oscuridad. Volví a por el cuerpo y éste, mágicamente, ya estaba hecho huesos. Las ropas que en su tiempo estaban bañadas en sangre ahora simplemente eran harapos sucios cubiertos de polvo. Las cadenas que sostenían al hombre ahora estaban totalmente oxidadas. Supuse que había pasado tiempo. Tiempo que al parecer no había desperdiciado porque al entrar, también noté que llevaba, arrastrando, a otro sujeto para ganarlo junto a otros hombres que yacían inertes en el frío concreto.

En fin, ese fue mi extraño sueño, al despertar sentí la extraña necesidad de matar a una persona para ver si era tan reconfortante como en mis sueños. Rápidamente abandoné la idea. Já. Luego, sin lograrlo, intenté soñar con Tomoe y terminé soñando con nubes negras que cubrían un rojo cielo.
¿Qué pasó conmigo? Sueños raros.
Espero les haya gustado… y espero, de igual forma, que no se hayan aburrido. Un saludo a mis dos grandes amores “Seiren-sama y Calabaza-sama”, las quiero y admiro. Besos  a las dos y muchos abrazos psicológicos.
¡¡Chau-chau!! 

martes, 13 de noviembre de 2012

Poppy Z. Brite - El Arte más íntimo


Hola a todos.
Ha pasado mucho tiempo desde que no he publicado nada, y que mejor oportunidad para hablar sobre el libro más codiciado —entre mis gustos—. Un libro que lamentablemente no está aquí en Chile, y por lo que he oído y leído, también es muy difícil de encontrar porque hay muy pocos en el mundo.
¡Qué daría yo por tenerte en mis manos, pequeño libro! Bueno, no daría mucho, sino más bien lo que estuviera a mi alcance.

Aquí los dejaré con un resumen encontrado en el internet. Y también con el primer capítulo de ésta escalofriante novela. Espero les guste tanto como a mí.

Resumen: Andrew Compton es necrófilo y tiene a sus espaldas más de veinte asesinatos. Jay Byrne es caníbal y también tiene una estela de cadáveres que aún no ha parado. Tran es vietnamita, joven, y se marcha de casa. Luke tiene sida y se dedica a vociferar en un programa de radio ilegal. Lo único que todos tienen en común es su condición homosexual. Así, Jay y Tran se conocerán, pero el psicópata respetará inicialmente al vietnamita. Andrew escapa de Londres para conocer, en Nueva Orleans a Jay, y habrá un enfrentamiento entre ambos pues los dos quieren lo mismo. Luke quiere recuperar a Tran antes de morir. Y mientras la novela te va contando qué hace cada uno te metes de lleno en una novela brutal donde uno de ellos será posiblemente la cena de otro.

Ahora les dejó el link para que puedan descargar en formato PFD. ¡Que lo disfruten!